Cine y Películas, Espectáculos|May 22, 2013 10:58 pm

Halley llega a con un tinte macabro

Por: Jenny Álvarez

Photo: Courtesy

Alberto está muerto y ya no puede disimularlo. Su lamentable estado de descomposición es cada vez más notable; ni el maquillaje ni el perfume logran esconder su condición. Renuncia a su trabajo para desaparecer en los confines de su muerte, pero no si antes formar una inusual amistad con Silvia, la gerente del gimnasio 24 horas donde es guardia nocturno. Terror minimalista, plasmado bajo la dirección de Sebastián Hofmann donde el choque visual del cuerpo del enfermo-zombi Alberto, contrasta con los otros cuerpos aparentemente sanos del gimnasio. Aquí se muestra la vida y la muerte en una fina línea divisoria donde los vivos parecen más muertos que el mismo personaje, por la indiferencia de la sociedad ante su enfermedad; incluso se puede observar el proceso de descomposición de una manera quirúrgica, donde se ven escenas de moscas fotografiadas con cámaras Phantom, algunas escenas (específicamente una) que harán incomodar a más de un espectador y una tragicómica en el forense, con un médico legista (Hugo Albores). Definitivamente la belleza sólo resulta del alma, en el caso de la gerente del gimnasio, la amiga del personaje principal; sin duda es un reflejo de nuestra mortalidad y la soledad que nos hace más vulnerables. Queda en el espectador descifrar el por qué del nombre de la película y en pensar en nuestra propia mortalidad para ya no ser otro más de los zombies que viven en las grandes ciudades aglomeradas del mundo.

Con esta cinta nos queda claro que debe hacerse más cine de horror en México que en particular no le pide nada al cine de Hollywood.

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