Por Jenny A.
Foto Cortesia.
Criada en los Estados Unidos, Claudia es una inmigrante indocumentada que vive más allá de sus propios medios en una versión torcida del sueño americano. Cuando es arrestada por la FBI por fraude de tarjetas de crédito, Claudia es deportada rápidamente a México. Sin hablar español y pérdida en su extraño “país de origen”, no lo quedo otra opción que refugiarse en el rancho ganadero de su distante padre. Al chocar con su inflexible padre, sus intentos por regresar a los Estados Unidos la llevan a una relación peligrosa con un contrabandista extranjero llamado Ricky. Atrapada en medio de los sermones de su padre, las promesas de Ricky y la llegada de los militares, Claudia debe caminar por una cuerda floja de opciones imposibles.
Una película donde las tensiones del espectador se tornan caóticas y de mucha tensión. La realidad no supera a la ficción y muestran a las víctimas del narcotráfico y a los involucrados de delitos contra la salud con la mayor realidad y pureza vil del ser humano en especial de aquellos que se dedican a este tipo de actividad clandestina. También refleja la cruda realidad de los ciudadanos mexicanos que crecen en EE.UU y que son deportados, careciendo del conocimiento de la lengua y hasta cultura. Un drama bien estructurado bajo la dirección de Michael Dwyer y escrito por Kaitlin McLaughlin. Claudia refleja dignamente la dura experiencia que sufren aquellos jóvenes “Pochos” como se les conocen en México en vivir en una tierra desconocida el cual el personaje principal hace excelente hincapié actoral de los peligros y hostilidad en que viven estos ciudadanos que pisan tierra azteca y cuyo sufrimiento puede ser una dulce estancia o una amarga experiencia. “Hostile Border” va cautivando en suspenso y crimen, la estampa perfecta de una joven mujer que confronta el alto precio de los ideales americanos en un lugar oscuro entre dos culturas.
